Llena tu Mente con la Palabra de Dios, no de Preocupación.






Cuando estés preocupado, no lo reprimas, ni lo niegues. Confiésalo. Si tratas de presionar las preocupaciones, te vas a enfermar. Es como tomar una lata de refresco, sacudirla y luego ponerla en el refrigerador. ¡Va a explotar!


“No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6-7 NTV) 




¿Cuál es la paz que sobrepasa todo entendimiento? Es cuando estás en paz, pero no tienes una razón lógica ni racional para ello. Acabas de perder tu trabajo, pero de alguna manera estás en paz. ¿Por qué? El Señor es tu pastor. Acabas de escuchar de parte del doctor, la terrible palabra “cáncer.” Por alguna razón, tienes paz acerca de la situación. ¿Por qué? El Señor es tu pastor. Solo continúa entregándole a él tus preocupaciones. Él lo puede manejar.




Si sabes cómo preocuparte, sabes cómo meditar. La meditación es simplemente enfocarte en un pensamiento una y otra vez. Así que toma las habilidades que usas cuando te preocupas y en su lugar, medita en la Palabra de Dios. Empieza con una pequeña porción de las Escrituras. Primero, lee el pasaje lentamente, quizás en voz alta algunas veces, poniendo énfasis en las diferentes palabras o frases. Segundo, reflexiona sobre la verdad del texto. Tercero, respóndele a Dios en la luz de lo que acabas de leer. Esto puede ser calladamente o en voz alta. Cuarto, descansa en la Palabra de Dios, escuchando lo que Dios tiene que decir a través de las Escrituras.


¿Qué prefieres, que tus preocupaciones o que la Palabra de Dios esté rondando en tu mente? Haz algo acerca de ello el día de hoy. Confiesa tu preocupación y luego llena tu mente con la verdad de Dios encontrada en la Biblia.








1 comentario:

  1. TEN CONFIANZA EN DIOS Y SUS PROMESAS COMO ESTA.
    Salmos 40:1-5
    Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, No es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, No pueden ser enumerados.

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